Fotos y Obras de Palo Monte
Amarre de amor palero
Cómo pueden apreciar en las imágenes, las patipembas o firmas de Palo Monte no son símbolos estáticos que se dibujan por completo e inalterables antes de empezar un trabajo, sino un lenguaje dinámico en el que cada trazo corresponde a un momento específico del ritual; variando su forma y orientación en dependencia de lo que vaya ocurriendo en cada paso de la obra:
Obra de Abrecaminos
Trabajo de Palo Monte para evolución y ascenso de una mujer en una empresa dirigida por hombres. Como se aprecia en las fotos, al principio del trabajo la mujer estaba por debajo de sus jefes y al final del ritual, por encima de ellos:
Personajes Mitológicos de Cuba
En Cuba existe una rica tradición mitológica llena de personajes misteriosos, criaturas fantásticas y leyendas transmitidas oralmente de una generación a otra durante cientos de años; y algunos de ellos han sobrevivido hasta nuestros días.
Estos seres fabulosos, moldeados por el tiempo y el encuentro entre individuos de culturas tan distintas como las africanas -bantúes y yorubas, principalmente-, las aborígenes -taínos, siboneyes y guanajatabeyes- y las europeas -andaluces, canarios, gallegos, asturianos y catalanes, entre otros-, han dejado una huella profunda en la cultura mágica del pueblo cubano.
1. Güije
Enlazado con las universales apariciones de seres míticos de variados genios y apariencias en los ríos, lagunas y ojos de agua de los cinco continentes, en Cuba se encuentra el famoso mito del Güije o Jigüe; el más extendido en toda la isla.
De origen indio en sus comienzos, recibe la influencia del esclavo africano y se convierte en el Güije negro y enano que ha penetrado nuestras artes, poesía, pintura, dibujo, cine, ballet, cancionero.
Se trata de un negrito cabezón, feo, con una gran boca, ojos saltones y el pelo enmarañado. Es un duende protector de las plantas y animales del monte, y que impone severos castigos a quienes maltratan la naturaleza.
Son enamoradizos y acostumbran a hostigar a las muchachas hermosas que van a los ríos a bañarse o a lavar.
2. Cagüeiro
El cagüeiro es una especie de brujo, bandido, montero y hermitaño que tiene la facultad, al verse perseguido por sus fechorías -robaba, asaltaba y estafaba-, de convertirse en cualquier animal -puerco, chivo, vaca, conejo, pájaro- u objeto inanimado -como el tronco de un árbol caído- para lograr escapar o pasar desapercibido.
Este mito de la región Oriental de Cuba, cuyo nombre viene de voces taínas y puede traducirse como “el que siempre escapa” pronunciaba un ensalmo -o se ponía la camisa al revés, según otras versiones- y se convertía en el animal que deseaba.
3. La llorona de Cuba
Se trata de una muchacha que había sido raptada por un pirata para hacerla su mujer, pero ella se resistía a sucumbir antes él, por lo que un día, lleno de cólera, el pirata le cortó la cabeza.
La joven se escondió en una cueva y mediante pociones y conjuros logró pegarse la cabeza.
Esta desgraciada y atormentada alma en pena sale de su escondite el primer viernes de enero, el Viernes Santo, el Viernes de Dolores y el viernes antes de la Natividad del Señor.
4. La Gritona
A este mito, de origen claramente europeo, se le describe como una mujer desnuda montada en un caballo blanco, con la crin ensangrentada; seguida por un perro que arrastra una cadena y el canto de una gallina; que aterrorizaba a los carreteros que viajaban de noche por las lejanas guardarrayas con un grito que helaba la sangre.
Todavía hoy en día hay personas que viajan de noche por los campos de Cuba y afirman haber escuchado ese grito sobrenatural que pone los pelos de punta.
5. Babujal
Babujal es un espíritu maligno que toma la forma de un lagarto y se cuela, sin saber por dónde, en el estómago de algunas personas, causando molestias, enfermedades y desgracias.
Los hechiceros de la zona de Bayamo, de donde procede el mito de este oscuro ser, lo expulsan mediante un ritual que consiste en hacerlo salir del cuerpo a cuajazos- golpes o azotes con una vara o rama-, mientras se invocan espíritus benéficos.
6. Ñangajúa
Se trata de una bruja que se come a los niños. Nunca duerme por lo que los niños deben evitar alejarse de la casa y adentrarse en el monte, donde habita.
Su apariencia es la de una anciana horripilante con el poder de quitarse la piel para volar y de ese modo colarse en las casas y llevarse a los niños o chuparles la sangre, mientras duermen.
Los creyentes la alejan con cruces de cedro o pimienta negra y su origen parece herencia canaria; ya que en dichas islas -de la costa africana, pero pertenecientes a España desde el siglo XIV- existe una larga tradición de aquelarres femeninos con idéntica mala fama.
7. Madre de aguas
Es una enorme majá con un par de cuernos en la cabeza, con escamas muy duras. La Madre de aguas habita en la laguna de Itabo y en la laguna de Río Grande, ambas ubicadas en Cienfuegos.
Este misterio autóctono cubano, que ya existía antes de la llegada de los españoles a la isla, es uno de los pilares fundamentales de los cultos mágicos afrocubanos de origen bantú, representada en las diversas ramas del Palo Monte como la Ñoca o Mboma Ñoca, la serpiente enroscada en los bastones de los nganguleros y representada como una flecha serpenteante en las patipembas o firmas paleras.
Con el pasar de los siglos y el sincretismo con la religión católica y los cultos yoruba, Madre de Agua ha mudado su piel de serpiente de río por el de diosa de todas las aguas, dulces y saladas; emparentándose con otras divinidades acuáticas como la Kalunga conga y la Yemayá de los yoruba.
8. La Luz de Yara
Este mito se basa en la historia real del cacique taíno Hatuey, que se enfrentó a los colonizadores españoles y fue quemado vivo por ellos, en Yara, en el Oriente de Cuba.
Hatuey había navegado desde la isla de Quisqueya -actual Santo Domingo- hasta la isla de Cubanacán -actual Cuba- para alertar a sus vecinos contra los españoles y que arrojaran todo el oro que poseyeran a los ríos, porque, decía, ése es el dios de los blancos por el que luchan y matan.
Al final su rebelión fue sofocada y Hatuey fue capturado y condenado a morir en la hoguera; a cuyas llamas se arrojó con valentía cuando el célebre cura Bartolomé de las Casas se ofreciera a bautizarlo para que pudiera ir al cielo: “Si los españoles van al cielo, yo no quiero ir allá con gente tan cruel”, dicen que dijo antes de lanzarse al fuego.
Cuentan que una luz tenue y misteriosa se desprendió de la inmensa hoguera y vagó errante por aquellas dilatadas llanuras, y que todavía puede verse brillar en algunas noches oscuras como una promesa latente de venganza y libertad.
Aquella luz es el alma de Hatuey, la Luz de Yara.
9. Ma Dolores
Ma Dolores fue una famosa curandera conga, que se estableció en Trinidad a mediados del siglo XIX, tras la abolición de la esclavitud.
Para ganarse la vida, curaba con aplicaciones de saliva y con pañitos mojados, cuya eficacia supuestamente se debía a las virtudes maravillosas del agua de un manantial próximo al bohío de la vieja, de donde se surtía, y que aún hoy se conoce con el nombre de La Poza de Ma Dolores.
Ma Dolores fue juzgada por el delito de infidencia -que significa violación de la confianza o fe de las personas, o lo que viene a ser lo mismo: estafa y hechicería- como un enemigo peligroso para la integridad nacional y condenada a fusilamiento.
Cuando se le notificó la terrible sentencia, la vieja exclamó: “A mí no va matá… Los angelito me viene a bucá y me va llevá”.
El día señalado para su ejecución, momentos antes de que el pelotón disparara contra ella, se vio venir a todo galope a un oficial español gritando. “¡Perdón para el reo, perdón para el reo..!”
10. Abikú
Abikú es un vocablo yoruba que significa predestinado a morir” y se refiere al niño que muere antes de la pubertad, y su espíritu regresa al mundo en otro niño que nace después.
Este espíritu oscuro nace y muere una y otra vez, siempre antes de cumplir 12 años, causando inmenso dolor en sus padres; de cuyo sufrimiento se alimenta.
Cuando muere, para reconocerlo y que no pueda seguir engañando más a la familia en que nace, se hace en el cadáver una marca: se le corta un pedacito de oreja, la falange entera o la punta de un dedo, y cuando vuelve a este mundo, ya se sabe quién es.
Esta creencia, totalmente yoruba, está muy arraigada en la isla; difundida por la regla de Ocha o santería; que es la religión mayoritaria en la isla.
Yacuruna, el Neptuno amazónico
En las selvas de África, a lo largo de Suramérica y en el Caribe, perviven numerosas leyendas sobre pueblos primitivos que habitan ríos y lagunas, dotados de características anfibias. Estos seres poseen ojos de cocodrilo, piel de rana, escamas de serpiente, membranas entre los dedos, dientes afilados como pirañas y la habilidad de permanecer largos periodos bajo el agua, nadando con gran destreza para atrapar a sus presas.
¿Es posible que estos pueblos, adaptados a vivir principalmente en el agua, hayan desarrollado mutaciones anfibias?
La respuesta es sí. Aunque hasta ahora solo se ha comprobado científicamente la mutación genética de la tribu Bajau en Filipinas, que les permite bucear sin ayuda durante 13 minutos a 70 metros de profundidad, es plausible que muchos mitos sobre seres sobrenaturales, mitad humanos y mitad criaturas acuáticas, tengan un origen real.
Imitando a los Depredadores Acuáticos
Es común que los pueblos primitivos imiten la apariencia y habilidades de los depredadores más poderosos de su entorno, como osos, leones, tigres, águilas, cocodrilos y boas. La mitología universal está plagada de referencias a seres anfibios, como sirenas, tritones y ninfas.
En América, abundan las divinidades y seres relacionados con ríos, lagunas y manantiales. Algunos ejemplos incluyen:
Yacuruna: El Neptuno amazónico
Yacuruna es uno de los seres mitológicos más importantes de la selva baja de la Amazonia. Se le representa como un ser anfibio emergiendo de las profundidades de ríos o lagos, adornado con algas, cangrejos y caparazones de tortugas. Su nombre proviene del quechua y significa “hombre de agua”.
Según la leyenda, Yacuruna se mueve por los ríos y lagos montando un cocodrilo o lagarto negro. Luego, puede adoptar forma humana para atraer y seducir a sus víctimas, llevándolas a las profundidades acuáticas. Allí las convierte en seres submarinos similares a él, con cabelleras de algas y ojos parecidos a los peces.
Los lugareños creen que los náufragos, al zozobrar las embarcaciones, siguen viviendo en el fondo de las aguas bajo el dominio de este ser, que también se manifiesta como “Yaras”, o sirenas selváticas.